Muy en su derecho...

El sábado pasado fuimos a un taller en OASIS Centro de la Diversidad Sexual que se titulaba "Salir del Clóset". Ana y yo fuimos, con todo e hijos, a ver de qué se trataba. Muchas y muchos compartieron sus experiencias de estar dentro y fuera del clóset, de quiénes sabían nuestra preferencia sexual y cómo le habíamos hecho. La gran mayoría dijo tener problemas en relación al trabajo porque el ámbito laboral en Monterrey es muy extraño.
Ayer platicaba con un querido amigo sobre el proceso de la entrevista de trabajo. Me decía que estaba harto de las preguntas de los entrevistadores que siempre hacen preguntas como: "¿por qué no te has casado?". Le conté que en lo que va del año, he ido a dos entrevistas. La primera en CNCI y la segunda en el periódico. Invariablemente, en las dos partes, cuando llegan a la parte del estado civil hacen el comentario: "Eres soltera, ¿no te has casado? Entonces estás libre y sin compromisos Y HACES BIEN". Ante tal aseveración he contestado con a) Lo cual no necesariamente indica que no estoy comprometida, b) Lo cual no quiere decir que no tenga responsabilidades muy específicas, c) Lo cual tampoco implica que estoy disponible.
Luego el taller avanzó por otra vertiente, por la identificación de nuestra preferencia sexual. La mujer que lo impartió nos trataba de explicar una teoría llamada Preferencia Genérica, que se basa fundamentalmente en la premisa de que la principal expresión de la preferencia es la atracción por personas del mismo género o del otro o por ambos y la experiencia erótica no es el factor determinante.

Algo así me sospechaba cuando, en aquellos tiempos de mi primer amor, me dijeron que en el ámbito lésbico es muy mal visto ser bisexual o, las diosas no lo quieran, volver a salir con un hombre. Y algo así también me sospechaba cuando me dijeron que los heterosexuales pueden entender que te guste uno u otro, pero no los dos. Yo vi la necesidad de definirme apurada por estas opiniones, pero tampoco es algo de lo que me arrepienta, al contrario, si no me hubieran presionado tal vez nunca me habría cuestionado tantas cosas. Y ésa, creo, es la diferencia entre heterosexuales y no heterosexuales; los primeros raras veces tienen pensamientos como: "Ah, caray, ¿me gusta el sexo contrario?" o rara vez son abordados con morbo y curiosidad para preguntarles qué edad tenían cuando se dieron cuenta que eran heterosexuales y nada en el mundo podían hacer para cambiarlo.

La tallerista dijo que pocas personas pueden definirse como Fundamentalmente Heterosexuales o Fundamentalmente Homosexuales puesto que nuestra sexualidad es variable y se encuentra en constante definición, cosa que a nadie que haya brincado la cerca ha de sorprender.

Sin embargo, hay que rescatar algo importante, nuestra sexualidad y ejercicio de la misma pocas veces tiene que ver con el afán reproductivo, yo hasta diría, siempre es con fines recreativos y de necesidad afectiva. Una vez que podamos entenderlo así, podremos comprender por qué Chachito que antes era una jota loca consumada, ahora sale con que quiere andar con mujeres. O por qué Chachita que es ultra hiper femenina, le gustan las mujeres más que a la machorra de la esquina, que está empeñada en conquistar a su mejor amigo andrógino.

La mayoría de las veces exigimos que los gays se queden como gays, las lesbianas como lesbianas y los heterosexuales como heterosexuales. No sé por qué, es una cuestión social que no se quiere modificar porque hasta cierto punto nos da estabilidad.

Pero bueno, cada quien. Y cada quien debería poder hacer de su vida un papalote.